La Potencia es una obra que se desarrolla en el tiempo, que se mezcla y se confunde con mi vida. No sé si fueron ciertos hechos develando una obra, o si el deseo intenso de producir obra se impuso en lo cotidiano, pero ciertamente es una forma de actuar en la realidad. Un intento de "vida artística", o de performance vital. Un oficio dentro de otro(s).
La Potencia es, en definitiva, una panadería creada en 2018.
La Potencia es un colectivo de un solo integrante. Una sociedad de socorros mutuos personales. Una sociedad de resistencia. Una cooperativa. Un grupo de afinidad. Una red mental de Departamentos articulados burocráticamente en un absurdo tan complejo como personalmente necesario. Es un desatino que combina esfuerzos titánicos con mucho cariño y una obsesión estéril por la eficiencia.
La Potencia es sobre todo, un disfraz, un embuste.
La manera de transitar y soportar el capitalismo con insensatez vehemente y concienzuda. Una forma de operar en él con balances positivos y un pié en otro mundo que quizá sea posible.
- Somos un establecimiento gastronómico. Hoy. Mañana quizá seamos otra cosa.
- Creemos en las propiedades (benéficas) de nuestros productos. Estamos dispuestos a batirnos a duelo con quien se atreva a discutir su calidad y/o aportes nutricionales.
- Llegamos hasta acá jugando. Pensamos seguir haciéndolo con la misma seriedad, responsabilidad y entrega.
- Hacemos esto, entre otras (muchas) cosas, porque necesitamos saber de qué somos capaces.
- Seguiremos existiendo mientras nuestra curiosidad nos impulse.
- La Potencia funcionará en cada lugar donde nos encontremos. La Potencia vive en nosotrxs.
- Utilizamos “masa madre”, pero no ocultamos el reconcomio que nos provoca este nombre. Preferiríamos las menos freudianas denominaciones existentes en otros idiomas: soudough, levain panaire, rent natural, massa lêveda, surdej, sauerteig, etc.
- Confiamos en las bacterias más que en lxs humanxs.
- Detestamos la estandarización neoliberal. Intentamos que los panes nos salgan iguales sólo por facilitar su identificación.
- Trabajaremos arduamente para honrar la memoria de les compañeres que antaño nombraron a nuestras tradicionales facturas con humor, ironía y compromiso (“bolas de fraile”, “vigilante”, “cañoncito”, “medialuna”, etc.).
- Rechazamos vehementemente la idea de “suprimir las harinas”. Preferimos apuntar a la propiedad privada y al estado patriarcal.
- Consideramos a las bacterias como formas de vida superiores. Admiramos sus sistemas organizativos y de toma de decisiones.
- Reivindicamos a la fermentación natural como símbolo universal y definitivo de la interdependencia entre organismos.
- Si bien nos importa el aspecto nutritivo, enaltecemos el placer de comer, y rechazamos el estado actual del “sistema global de suministro de nutrientes”.
- Como siempre, ya a esta altura dudamos de casi todos los puntos anteriormente descritos.